Comentarios a las 
          TESIS PROVISIONALES PARA LA REFORMA DE LA FILOSOFIA (1842) de FEUERBACH
         
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        La 
          teología es una creencia en espectros. Pero si la teología 
          común alberga sus espectros en la imaginación sensible, 
          la teología especulativa los guarda en la abstracción 
          no sensible.
        Comentario: 
          Aparece aquí una idea que retoma Marx cuando habla en el “Manifiesto” 
          del famoso "fantasma que recorre el mundo”: la idea de un 
          mundo plagado de espectros que nos amenazan, a través de la imaginación 
          y de la moral. La “teología especulativa” es la filosofía 
          hegeliana. Contra ese mundo fantasmagórico, toda la filosofía 
          de la sospecha se presenta a sí misma como reivindicación 
          de lo luminoso, de la racionalidad y de la ciencia que habita en lo 
          concreto como teológico y lo metafísico residen en lo 
          espectral.
        
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        El 
          comienzo de la filosofía no es Dios, no es lo absoluto, no es 
          el ser como predicado de lo absoluto o de la idea; el comienzo de la 
          filosofía es lo finito, * lo determinado, lo real. Lo infinito 
          no puede pensarse de ningún modo sin lo finito. ¿Se puede 
          pensar la cualidad, definirla, sin pensar en una cualidad determinada? 
          Por consiguiente, lo primero no es lo indeterminado sino lo determinado: 
          pues la cualidad determinada no es otra que la cualidad real; a la cualidad 
          pensada le precede la cualidad real. 
        *Utilizo 
          siempre la palabra “finito” en el único sentido de 
          la filosofía “absoluta”, para la cual, desde el punto 
          de vista de lo absoluto, lo real, lo realmente efectivo, aparece como 
          lo irreal, lo nulo, toda vez que tiene lo irreal, lo indeterminado, 
          por lo real, aunque a su vez, y por otra parte, desde el punto de vista 
          de la nadidad, lo finito, lo nulo, le aparece le aparezca como lo real 
          –una contradicción que aparece particularmente en la filosofía 
          temprana de Schelling, pero que también subyace en la hegeliana. 
          
        Comentario: 
          El pensar siempre exige lo concreto. Sólo existe lo finito y 
          de ahí que una filosofía que no pueda pensar el deseo 
          como lo que es (mixtificación) siempre nos dejará –como 
          sucede en el hegelianismo- la idea de una frustración del hombre 
          realmente existente sometido al hombre abstracto (sea en forma de servidor 
          del Estado o de creyente siervo del espejismo de la Divinidad).
         
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        Lo 
          infinito es la verdadera esencia de lo finito –lo finito verdadero–. 
          La especulación verdadera o filosofía no es sino la empiría 
          verdadera y universal. 
        Comentario: 
          Se establece aquí la contradicción entre “lógica” 
          puramente ideal (es decir, desarrollo hegeliano de la Idea) y “”empiría”, 
          es decir, realidad de lo concreto. El error del hegelianismo es haber 
          querido ser una lógica puramente racional, “progresista” 
          (o mejor: “progresiva”) e ilustrada, cuando lo empírico 
          muestra cada día que la realidad es capaz de derrotar cualquier 
          idealidad. 
         
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        Lo 
          infinito de la religión y de la filosofía no es ni ha 
          sido nunca algo distinto de un finito determinado, cualquiera, pero 
          mixtificado, es decir, un finito, un determinado, con el postulado de 
          ser no-finito y no-determinado. La filosofía especulativa ha 
          cometido el mismo error que la teología: ha convertido las determinaciones 
          de la realidad o finitud, sólo a través de la negación 
          de la determinación por la que ellas son lo que son, en determinaciones, 
          predicados de lo infinito.
        Comentario: 
          La crítica de la religión y de la filosofía como 
          formas de enmascarar la finitud y, por consiguiente, de ofrecer una 
          falsa puerta de escape al deseo humano. Lo que la filosofía de 
          la sospecha retendrá en este contexto es la idea de “negación 
          de la determinación” pero en el contexto de lo histórico, 
          sin el escapismo de lo infinito. 
         
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        La 
          honestidad y la honradez son provechosas para todas las cosas y también 
          lo son para la filosofía. Pero la filosofía sólo 
          es honesta y honrada si admite la finitud de su especulativa infinitud; 
          si admite, por consiguiente, que, por ejemplo, el secreto de la naturaleza 
          en Dios no es otro que el secreto de la naturaleza humana, que la noche 
          que pone en Dios para engendrar a partir de ella la luz de la conciencia 
          no es sino su propio sentimiento oscuro e instintivo de la realidad 
          y necesidad absoluta de la materia.
        Comentario: 
          En la teología se oculta de una manera muy poco hábil 
          la antropología. Pero eso no quiere decir, contra la interpretación 
          positivista, que la religión sea la falsedad y la ciencia posea 
          la llave de la verdad. Hay algo “oscuro e instintivo” en 
          la creación del espectro divino. La honestidad de la filosofía 
          no se halla sólo en la profesión de ateísmo, que 
          sería una parte del problema de lo humano/mistificado, sino también 
          y paralelamente en el reconocimiento del fantasma divino como algo que 
          llevaremos siempre pegado a la suela de nuestros zapatos. 
          
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        La 
          filosofía es el conocimiento de lo que es. Pensar y conocer las 
          cosas y seres tal como ellos son: esta es la ley suprema y la más 
          elevada tarea de la filosofía.
        Comentario: 
          En consecuencia no debiera haber ninguna diferencia entra la filosofía 
          y la ciencia. De ahí una deriva positivista de la sospecha que 
          no siempre será capaz de superar. En todo caso, esta filosofía 
          de lo concreto es expresión de una crítica a lo abstracto 
          del hegelianismo.
         
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        La 
          veracidad, la sencillez y la exactitud son los signos formales de la 
          filosofía real. 
        Comentario: 
          Todos los filósofos de la sospecha intentarán recoger, 
          incluso en su estilo literario, estas tres características. La 
          idea que lo real se puede decir en forma concreta y fácilmente 
          comprensible es ilustrada (Voltaire), pero uno de los errores letales 
          de la sospecha nace también aquí: la terrible simplificación, 
          la conversión del pensamiento en eslogan. 
         
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        El 
          filósofo tiene que incorporar al texto de la filosofía 
          lo que en el hombre no filosofa, lo que más bien está 
          contra la filosofía, se opone al pensamiento abstracto; por consiguiente, 
          lo que en Hegel es rebajado a mera nota. Sólo así la filosofía 
          se convertirá en un poder universal, acontradictorio, irrefutable 
          e irrevocable. La filosofía no tiene que comenzar consigo misma, 
          sino con su antítesis, con la no-filosofía. Este ser distinto 
          en nosotros distinto del pensar afilosófico, absolutamente antiescolástico 
          es el principio del sensualismo. 
        Comentario: 
          La filosofía de la sospecha es, sobretodo, una forma de pensar 
          propia de la época de las masas. De ahí la idea de “incorporarlas” 
          a la filosofía, que no deja de ser un paternalismo. La idea de 
          poner lo concreto por encima de la abstracto no es sólo una intuición 
          antimetafísica. El alcance antiespeculativo tiene sus propias 
          consecuencias (el sensualismo como principio del conocer, la masa como 
          principio del obrar). La pregunta que se puede (y debe) hacer siglo 
          y medio más tarde es si la idea que lo infinito da la clave de 
          lo infinito no ha sido una simplificación. Por lo demás, 
          tampoco parece claro que la filosofía deba convertirse en “poder”. 
          Y menos con los cuatro adjetivos que en la Tesis acompañan al 
          “poder”.
         
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        Un 
          principio nuevo siempre se presenta bajo un nuevo hombre; es decir, 
          eleva un hombre de bajo y atrasado rango a la dignidad de principado, 
          lo convierte en signo de lo supremo. Si el nombre de la nueva filosofía, 
          el nombre “hombre” se vertiera por autoconciencia, se expondría 
          nueva filosofía en el sentido de la vieja, se remitiría 
          al antiguo punto de vista; pues la autoconciencia de la vieja filosofía, 
          en tanto que separada del hombre, es una abstracción sin realidad. 
          El hombre es autoconciencia.
        
          Comentario: Aparece, con ropajes nuevos, un tema clásico 
          de la teología cristiana (y más concretamente de San Pablo): 
          la idea del “hombre nuevo” que tanto juego dio en el pensamiento 
          tercermundista (guevarismo...) De hecho, como tal la frase es absurda. 
          En los humanos no hay evolución (biológica) sino adaptación 
          cultural, en consecuencia el hombre “nuevo” es una entelequia 
          (la que buscó Nietzsche en el Superhombre y Guevara en la guerrilla). 
          Con la imagen del “hombre nuevo” aparece al trasluz lo mucho 
          de cristiano que conserva una filosofía atea anticristiana. En 
          definitiva, en esta tesis lo que aparece es una especie de propuesta 
          de “cielo” filosófico en forma de “autoconciencia”.
        
          
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        Por 
          lo general, el nombre “hombre” sólo significa el 
          hombre con sus necesidades, sensaciones y convicciones: en hombre como 
          persona, a diferencia del espíritu y de todas sus cualidades 
          públicas generales; a diferencia, por ejemplo, del artista, del 
          pensador, del juez, etc., no fuera una propiedad característica, 
          esencial, del hombre, como si en el arte, en la ciencia, etc., el hombre 
          estuviera fuera de sí. La filosofía especulativa ha fijado 
          teóricamente esta separación del hombre de las cualidades 
          esenciales del hombre, divinizando con ello como seres independientes 
          a cualidades puramente abstractas.
        Comentario: 
          La “reforma de la filosofía” culmina en esta tesis: 
          el hombre concreto debe ser pensado ahí donde Hegel sólo 
          pudo pensar el hombre abstracto(“abstracto” en tanto sometido 
          a una razón suprema y exterior a él: sea el Estado o la 
          Dios). La idea de un hombre “fuera de sí” que ha 
          de ser resocializado y integrado en un marco de pensamiento inmanente 
          será una de las ideas clave de la sospecha.