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HANS JONAS Y LA TRADICIÓN KANTIANA

 

 

 

Uno de los temas más discutidos sobre la ética de la responsabilidad en Hans Jonas es su adscripción (o no) a la tradición kantiana. En general lo que de una manera laxa e incluso irónica puede presentarse como 'derecha jonasiana' considera su posición como prudencial y la adscribe a la tradición judaica más clásica. Se le aproxima así a Roicoeur y a Levinas que también han escrito sobre la responsabilidad, y que especialmente en el caso de éste último, la vincula a la atención especial hacia el Otro y a toda la problemática de la Alteridad. Tanto para Ricoueur, como para Levinas y Jonas la responsabilidad es una condición previa y necesaria de la acción (ex-ante) y no sólo constituye un problema jurídico sino una exigencia ontológica. La responsabilidad no es la simple reparación de un daño o de una culpa, sino una condición desde la que el ser-tal de los humanos puede ser expresado y vivido.

Un ejemplo muy didáctico y de uso habitual en la comprensión de Hans Jonas desde su 'derecha' es la analogía que el propio Jonas estableció entre la responsabilidad parental (que tenía por un 'arquetipo intemporal') y la responsabilidad ecológica. Así, de la misma manera que el padre debe ser responsable de/ante/por sus hijos, los humanos deben serlo también de/ante/por la naturaleza. La imagen es realmente bella pero resulta insuficiente porque lo que está en juego no algo de tipo personal y porque la conservación de un mundo tal que el hombre pueda vivirlo no es sólo una cuestión emotiva. El punto fuerte de la interpretación aristotélica de Jonas consiste en que su ética no es puramente formal, sino abruptamente llena de contenido. El punto débil es que la responsabilidad no puede reducirse a una conducta prudencial sino que implica una opción decidida y no hipotética por el deber de salvar el ser-tal del hombre.

En cambio una 'izquierda jonasiana', por llamarle de algún modo, analiza la cuestión de la responsabilidad como una renovación del concepto de 'deber', en la medida en que propone pensar imperativos categóricos de un nuevo tipo. Temas como responsabilidad y medio ambiente habrían logrado con la obra de Jonas una consistencia conceptual que abre la reflexión a una nueva comprensión de la moralidad y que se extiende a toda la especie como implicada en la conservación del mundo.

En este breve apunte no vamos a entrar en un debate a fondo sobre la cuestión de cómo interpretar a Hans Jonas. Dejaremos también para otro momento la explicación sobre por qué nos parece un abuso conceptual deleznable reducir Jonas a la obra del último Heidegger -con el cual sólo tiene que ver muy remotamente, si es que realmente tiene algo que ver. El único propósito de este texto es presentar en esquema los puntos de contacto donde a la vez se complementan y se separan la propuesta jonasiana de la tradición kantiana. A nuestro parecer no se puede sostener, sin embargo, que esas diferencias signifiquen una impugnación del proyecto kantiano, sino que más bien nos llevan a profundizar en él a la luz de las nuevas necesidades que el cambio tecnológico provoca en la teoría moral.

 

1.- Convendría empezar por plantear el tema del 'respeto' en ambos autores: el concepto de 'respeto' es claramente de matriz ilustrada. El respeto nos iguala a todos como sujetos morales por encima del tipo de trabajo que realizamos o de nuestra función social. Si alguien 'debe ser' respetado es por ser un humano, no por su lugar en la escala social o en la economía. Pero Jonas amplía el ámbito de lo que debe ser respetado. Ya no se plantea una relación igualitaria, sino que hay una no-reciprocidad evidente: las generaciones futuras y la naturaleza merecen un respeto absoluto que obliga a la generación presente a una abnegación cuyo contenido es claramente exigible en cuanto deber. El respeto no es ya sólo un deber demandado de cada humano hacia cada humano sino de todos los humanos hacia las condiciones de posibilidad del futuro de la vida.

2.- Vinculado a ello está el tema de la autonomía individual, que Jonas considera un espejismo moral. La responsabilidad es un principio social, comunitario. Nadie tiene realmente autonomía ante la naturaleza. Más bien lo que se da es una profunda dependencia (de ahí la imagen clásica de la naturaleza como madre nutricia). Pero conviene poner en claro que en Jonas, a diferencia de muchas posiciones de tipo, la naturaleza ya no es una guía de la acción moral. El criterio es humano y el ámbito de aplicación de ese criterio es la vida en su conjunto.

3.- En consecuencia hay que cambiar el modelo desde el que se considera significativo un acto moral. La ética de modelo kantiano es antropocéntrica, la de Jonas es claramente biocéntrica -en la medida en que la vida es la expresión del ser. Obrar de tal manera que se considere la humanidad como finalidad es hoy un objetivo moral demasiado restrictivo. Hay que considerar la vida -y no sólo la vida de los humanos-como el nuevo horizonte moral.

4.- Ello conduce a repensar seriamente la relación entre naturaleza y cultura. Para la ilustración kantiana y para la tradición judeo-cristiana hay una evidente discontinuidad entre hombre y naturaleza. El hombre deber 'crecer, multiplicarse y dominar la tierra' en el sentido más primitivo del dominio. En Jonas y en la ética de la responsabilidad los humanos deben ser más bien garantes de la tierra y, en consecuencia, no sólo existe una continuidad entre humanidad y naturaleza, sino la misma profunda dependencia que la humanidad tiene de la natura que nos exige responsabilidad moral.

5.- Pero el tema más complejo es el del papel del mal y de la catástrofe. En la filosofía de Kant el mal constituye una 'astucia de la razón', de manera que al sufrirlo en carne propia la humanidad se autoeduca y reacciona acercándose al bien. La crueldad y el dolor son formas de enderezar el 'fuste torcido' de la humanidad. Paradójicamente, mediante el dolor y la experiencia de lo siniestro, conocer el mal nos conduce a una vida mejor y más moral. Jonas está absolutamente de acuerdo con esta tesis kantiana y cree que tal vez sólo la conciencia clara del desastre y la experiencia que de él empezamos a tener nos puede llevar a adoptar un cambio hacia la responsabilidad.

6.- Como corolario, en vez de un optimismo ilustrado, Jonas asume un pesimismo muy propio de los tiempos que conoció (caracterizados por el nazismo, la bomba atómica, la guerra fría, Vietnam...). Mientras que en Kant optar por la Ilustración significa asumir un impulso positivo que nos lleva a negar el miedo, poniendo la razón y la libertad como horizonte de la vida humana, para Jonas el temor tiene un papel positivo: es el resorte que nos permite oponernos a los abusos tecnocientíficos.

 

 

 

 

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