HANNAH  ARENDT (1906-1975):  PARA UNA LECTURA DEL CAP. I DE “LA CONDICIÓN HUMANA”
               
               
               
              La  Condición Humana (que en la edición alemana se titula «Vita activa») es una obra,  publicada en 1958, pero con una cierta historia previa. De hecho en 1955,  Arendt había escrito a Karl Jaspers que ella había «empezado muy tarde, hace apenas unos años a  amar el mundo». La condición  humana es una respuesta al problema del mal radical. 
              Como libro de filosofía  política, convendría leerlo en la onda de La bomba atómica y el porvenir del  hombre (1958) de Jaspers, que deseaba   también un reencuentro entre filosofía y política para evitar lo peor.  La insistencia arendtiana en que el hombre no tiene ‘naturaleza’, sino  ‘condición’, puede (¿debe?) ser leída en la perspectiva de una reflexión sobre  la técnica y el mal. Hay que explicar a la humanidad cuáles son las raíces de  las que proviene en profundidad, devolviendo al hombre moderno la cultura  antigua de la cual procede sin saberlo. De ahí el reiterado uso de categorías  aristotélicas y agustinianas en el texto.  
              Como escribió su amiga  Mary McCarthy (1912-1989), en Para decir adiós a Hannah Arendt (1906-1975):  «En el  dominio de las ideas, Hannah fue una conservadora  —persuadida de que por poco que una cosa haya  sido pensada, no se debe tirar por la borda, porqué un día podría servir—, a su  manera fue una entusiasta del reciclaje. O, para decirlo de otro modo, el  pensamiento era para ella una especie de gestación, una humanización de la  experiencia salvaje (…). La tarea que le estaba reservada en tanto que  intelectual excepcionalmente dotada y representante de las generaciones entre  las que había vivido consistía en aplicar el pensamiento sistemático a todas  las experiencias características de su época».  
              Lo que proponemos no es  más que una lectura provisional párrafo a párrafo del cap. 1º del libro en la  perspectiva de una mejor comprensión de las tesis de Arendt. 
   
              RESUMEN  Y GUÍA DE LECTURA
               1.  La «Vita activa» y la condición  humana
              1: Arendt explica lo que ella designa mediante la expresión Vita  activa es decir, el trabajo, la obra y la acción. Se puede adivinar la importancia de esos tres conceptos desde el  punto de vista de una antropología moral y política: por una parte se trata de  manifestaciones humanas constatables y por otra de datos de base inevitables de  la condición humana 
               2: Definición de ‘trabajo’ como algo que ‘corresponde al proceso biológico del cuerpo humano’ y  pues, a la condición humana de la vida. El animal laborans produce el  trabajo, obra del cuerpo. 
              3: Definición de ‘obra’ como lo que se halla en el origen de lo no-natural, de la creación  humana. El homo faber [faber: artesano] produce la obra, en tanto que  obra de las manos. Está anclada en la pertenencia-al-mundo de la condición  humana; lo que corresponde al ser-en-el-mundo heideggeriano (In-der-Welt-Sein). 
              El homo  faber es libre de producir, mientras que el animal laborans vive «sometido a las  necesidades de la vida» (cap III) y el  hombre de acción «depende de sus semejantes» (cap. V).  
              4: La ‘acción’ vincula a los hombres entre ellos a partir de la relación de  pluralidad propia de la condición humana. Tras de los tres párrafos previos de  presentación del vocabulario, éste es mucho más extenso. La razón es que la  pluralidad humana es esencial y permite la vida política, punto de vista al que  se desplaza la autora para tratar sobre la condición humana fundamental.El hombre que actúa produce la acción.
              5: Las tres actividades presentadas tienen condiciones propias:  actividades y condiciones se hallan vinculadas a la vida y a la muerte,  expresan el cuadro general de las acciones humanas en todos los tiempos. Sin  embargo, la acción es la más ligada a la natalidad y a la novedad. La acción  humana crea «la condición para el recuerdo, esto es, para la historia». Es la más ligada a  la actividad política (‘actividad política por excelencia’) –pero no a la  metafísica (recuérdese el papel de la muerte en la metafísica de  Heidegger).  
              6: Hay que distinguir ‘la’ condición humana de ‘las’ condiciones  aleatorias de toda vida humana. Los hombres, hagan lo que hagan, están  condicionados por su obra, que prolongan incesantemente, y por su acción. Un  objeto ‘condicionado’ por el hombre, le condiciona a su vez. 
              7: La ‘condición humana’ no se identifica con la ‘naturaleza humana’.  Aparece una definición de la ‘naturaleza humana’ que comprende las actividades  y las facultades humanas. Reaparecen aquí elementos desarrollados en el prólogo  sobre el deseo de escapar de la Tierra. Incluso en tal caso, los escapados  serían seres condicionados, incluso si tal condición derivara absolutamente de  un autocondicionamiento. 
              8: Retomando la cuestión de la naturaleza humana, Arendt nos dice, a  partir de San Agustín (sobre el que ella había escrito su tesis doctoral en  1929) que no somos capaces de definir la naturaleza humana, podríamos estudiar  ‘quien’ es el hombre (el ‘quien’ es el hombre se revela en la palabra), pero —atención!— ‘que’ es el hombre  es una pregunta que sólo un Dios puede responder, de ahí  que «los intentos de definir  la naturaleza humana acaban casi siempre en la construcción de una deidad, es  decir, del dios de los filósofos». No podemos hablar del hombre como de un  ‘qué’, es decir como de una cosa. En el fondo del párrafo se halla la diferencia  que planteó Dilthey entre ‘explicar la naturaleza’ y ‘comprender el  espíritu’.  
                
                9: Estamos ‘condicionados’, pero no absolutamente, por eso ‘quien’ somos  no lo podemos explicar tampoco de una manera definitiva. Siempre es posible el  cambio. La ciencia moderna universaliza el mundo al verlo como algo externo  (Arquímedes). El texto reenvía a «La crisis de la cultura»:  en un intento de ir más allá de Heidegger, que separaba netamente ciencia y  filosofía. La ciencia no tiene por objeto, para Arendt ‘aumentar y ordenar’  nuestras experiencias, sino mostrarnos «qué es lo que se esconde tras de los  fenómenos naturales, tal como se revelan al espíritu humano» 
               
              2. La expresión «vita activa»    
              1: La autora asimila la expresión vita activa, ‘sobrecargada  de tradición’, a la tradición del pensamiento político (de Sócrates a Marx),  siempre en relación al bios polítikos aristotélico y a la vita  actuosa de Agustín, es decir, a la vida consagrada a los asuntos de la  ciudad.
                
                2: Arendt explica que Aristóteles excluía los modos de vida privados de  libertad; este postulado excluía el trabajo del esclavo, del artesano y del  comerciante. Los tres modos de vida  que  retiene «tienen  en común su interés por lo ‘bello’», la vida de los placeres, la vida entregada  a los asuntos de la polis y la vida del filósofo «dedicada a inquirir y  contemplar las cosas eternas».
              3: El bios políticos denotaba la acción en el dominio de los  asuntos humanos. Ni el trabajo, ni la obra eran considerados. El privilegio de  la política proviene del hecho de que la polis era «una forma muy especial y  libremente elegida» -no despótica. 
              4: La vita activa perdió su sentido con la desaparición de la  ciudad antigua, pero «ni que decir tiene» que ni el trabajo ni la obra «alcanzaron  la misma dignidad». La existencia libre sólo fue posible en la vita  contemplativa.
              5: La contemplación (teoría) aparece ya en Platón, incluso inspira  una organización política que facilita la vida filosófica. La apolitia,  derecho de unos pocos en Aristóteles y en la antigüedad se considera en la era  cristiana «como un derecho de todos».
              6: Si se parte de la contemplación que es un reposo que permite la  revelación de la verdad, entonces la vita activa es, en contrapartida,  un no-reposo: askolia.
              7: «Hasta el comienzo de la  Edad Moderna», la interpretación que subraya la primacía de la contemplación — y  relativa a la actividad como un no-reposo — se encuentra en expresiones tales  como nec-otium o a-skholia. De donde también, la oposición, tan  importante en la Antigüedad entre ‘conforme a la naturaleza’ (physei) y  ‘conforme a la ley’ (nomô); es decir, la oposición entre las cosas que  son ‘por sí mismas’ (por naturaleza) y las que sólo existen gracias al hombre  (por ley o convención).
                 
                8: De donde también el sentido de la vita activa cuyo origen  proviene de una oposición al de la vita contemplativa y que fue  ampliamente confirmado por el cristianismo.
              9: La demostración mediante una contradicción de la tradición y, en  particular, mediante la historia de la noción, prueba el uso especial de la  acepción de vita activa que propone Arendt. Ese uso ni siquiera cambió  con Marx y Nietzsche que no pudieron dar la vuelta al marco conceptual  tradicional. 
              10: Así, pues, si se ha producido una «moderna inversión» de los  sistemas filosóficos, no se ha producido una ruptura: el interés por la vita  activa «no es ni superior, ni inferior al interés fundamental por la vita  contemplativa».
               
              3. Eternidad contra  inmortalidad 
              [Atención: la trad. española habitual  no recoge el matiz, que sitúa la inmortalidad contra la eternidad prometida a  los filósofos] 
              1: Existen  dos órdenes de preocupaciones distintas: «el pensamiento puro que culmina  en la contemplación» y «el compromiso activo en las cosas de este mundo»; en paralelo se encuentra la analogía de la  oposición eternidad / inmortalidad. 
              2: «Inmortalidad» significa «vida no  mortal en esta Tierra», es para los griegos la de la naturaleza y la de los  dioses. La mortalidad, en cambio, es «la marca de contraste de la existencia  humana». La mortalidad es una línea recta, en oposición a la circularidad de la  vida biológica.  
              3: Los  mortales, que tienen la capacidad de crear cosas («trabajo, actos y palabras»,  en griego ‘erga’) imperecederas, se encuentran «en un cosmos donde todo  es inmortal excepto ellos mismos». «Por su capacidad en realizar actos  inmortales  (…) los hombres alcanzan su  propia inmortalidad y demuestran ser de naturaleza ‘divina’» 
              4: Un filósofo preocupado por su propia ‘eternidad’ (aunque menos por su  ‘inmortalidad’), no escribiría, porque al escribir ingresaría en la vita  activa. Sócrates no escribió. 
                
                5: «La experiencia del  filósofo sobre lo eterno», lo substantivo de la filosofía —que se denomina lo  ‘inexpresable’ (Platón) o lo ‘sin palabra’ (Aristóteles) y paradójicamente lo ‘nunc  stans’, es decir, ‘lo eternamente presente’ o eterno—, solo se puede  practicar lejos de la pluralidad de los hombres y lejos de toda actividad. 
                
                6: Esta experiencia de lo eterno la encontramos en la teoría o  contemplación; procede de la justificada duda ante la inmortalidad e, incluso,  ante la misma capacidad de permanencia de la polis. El triunfo del  pensamiento de la eternidad sobre el de la inmortalidad no procede de la  filosofía sino de la caída del Imperio romano y el advenimiento de la religión  cristiana.  
               
               
              NOTA SOBRE ESTA LECTURA:  En esta propuesta didáctica de lectura párrafo a párrafo del texto de Arendt, hemos  intentado remitirnos en lo posible a la traducción de Ramón Gil Novales  actualmente en el mercado, pero NO recogemos en absoluto su traducción —perfectamente confusa—  de los  conceptos centrales, ‘labor’, ‘trabajo’ y ‘acción’, sino que distinguimos entre  ‘trabajo’ (labor), ‘obra’ (work) y ‘acción’ (action). Sencillamente:  en Arendt ‘trabajo’ y ‘obra’ no designan el mismo campo. Recomendamos  encarecidamente a quienes no puedan leer el texto inglés la traducción catalana  del profesor de la Universitat de Girona Oriol Farrés (Barcelona: Empúries, 2009).    
               
              