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LOS ROMPEDORES DE DOGMAS

 

Jonathan ISRAEL

Para entender lo que fue el movimiento de las Luces hay que examinar los fundamentos de la Europa de los siglos XVI y XVII; esa sociedad europea tan estrictamente jerarquizada, en que el poder es monárquico y las creencias están dominadas por la religión, incluso si ella misma está en crisis por la oposición entre católicos y protestantes. La ciencia, la cultura y la educación están amordazadas por dogmas que reducen dramáticamente el campo de debate y de innovación.

 

Podría creerse que una sociedad de este tipo segrega en su propio seno fuertes fuerzas de resistencia: no sólo el sistema económico es rígido, sino muy desigualitario, por el hecho de que el principal recurso, la tierra, está muy controlado por una pujante aristocracia: la mayoría de la población vive en un manifiesto estado de subordinación; la ley protege, en primer lugar, a los privilegiados. Pero no es así como acontecen las cosas cuando la concepción que los hombres tienen del mundo está fundada sobre la providencia, la preeminencia de las Escrituras y la legitimidad de la Iglesia, cuando la sociedad está convencida de que el verdadero saber pertenece a los teólogos. Para que suceda una crisis, es necesario que esos dogmas sean cuestionados por la mayoría; sólo entonces, e incluso si la contestación sólo concierne al principio a algunos raros pensadores, puede desencadenarse la inmensa ola de fondo que lo cambiará todo.

 

Ese movimiento, extraordinariamente pujante por su significación, y cuyas consecuencias fueron únicas por su amplitud, lo denominamos las Luces. Fueron ellas quienes forjaron el orden que rige hoy las sociedades modernas. Si convenimos en que ese orden está fundado sobre un conjunto de derechos igualmente compartidos — la libertad individual, la democracia, la igualdad entre los sexos y las razas, las libertades de prensa y expresión… — y sobre el principio según el cual el Estado sólo existe para asegurar el bienestar de la mayoría, en este mundo y no el venidero, entonces es claro que es lo opuesto al sistema legal que prevalecía en los siglos XVII, XVIII e incluso XIX. Esta transformación deja lejos, tras de si, el Renacimiento, la Reforma y la Revolución Industrial. ¿Cómo se produjo? Por las fuerzas conjugadas que representan el aumento de las contradicciones internas y de las tensiones provocadas por las guerras de Religión, el problema de la tolerancia religiosa, el impacto de los nuevos descubrimientos científicos, particularmente los de Copérnico y Galileo, y las primeras rebeliones contra la tiranía real, la de los holandeses contra Felipe II de España y la primera revolución inglesa. Una vez que los dogmas comenzaron a ser cuestionados, fue imposible detener el movimiento de revisión.

 

Los fundadores de la filosofía de las Luces, Descartes, Hobbes, y más tarde Spinoza, Locke, Leibniz y Bayle, afirmaron la falsedad de los conceptos con los que la mayoría consideraba las cosas más fundamentales de la vida. Afirmaron que al revisarlos se podría mejorar considerablemente la existencia humana. La sociedad sería, en efecto, más tolerante (principal preocupación de Bayle), más segura y más estable (Hobbes), más racional en su comprensión de las catástrofes naturales y las epidemias (Descartes), y también más libre, más abierta a los puntos de vista disidentes y más justa en su trato a las minorías y a los más débiles.

 

Al afirmar que el cuerpo y el alma, la materia y el espíritu, no son substancias diferentes, sino más bien una sola substancia vista desde diferentes aspectos, llevó más lejos que los demás la revolución de los espíritus. Su filosofía contesta el principio de un orden divino, de una creación divina, de una fijación de las especies. Por primera vez otorga primacía a la ciencia. A partir de esos conceptos, la sociedad podrá resistir mejor a las manipulaciones religiosas, a la autocracia, a las oligarquías y a las dictaduras. Podrá llegar a ser más democrática, más libre y más igualitaria. ¿No fue Spinoza el primer gran filósofo en proclamar que la república democrática era la mejor de las organizaciones políticas? Opone la filosofía a la teología, el mundo existente a un mundo futuro que será mejor. Esas aportaciones hacen de él la figura más significativa de las Luces radicales.

 

Radicales y moderados

 

Es imposible, sin embargo, alrededor de 1680, hablar de las Luces en tanto tales. Incluso si están dadas todas las condiciones para dar lugar a su surgimiento, las ideas de esos grandes pensadores no transformaron inmediatamente el mundo; solo dieron los útiles teóricos para mejorarlo. Existen, por lo demás, entre ellos, numerosos e importantes desacuerdos. Incluso cuando cuestionan el pensamiento tradicional, Locke y Leibniz aceptan también la idea de una providencia divina que gobierna el orden del mundo. Reconocían también el estatuto divino de las Escrituras así como la autoridad religiosa, cosa que rechazaron, evidentemente, Spinoza y en menor grado Hobbes. Locke y Leibniz deseaban una sociedad menos controlada pero siguieron siendo partidarios de numerosas exclusiones (como el rechazo del ateismo por Locke). Estaban a favor del mantenimiento de la censura, contra Spinoza y Bayle que, por su parte, eran favorables a una tolerancia y a una libertad de expresión totales.

 

Algunos, como Hobbes y, más tarde, Bayle y Leibniz, rechazaron las justificaciones teológicas y tradicionales de la autoridad real, pero no llegaron a cuestionar el principio monárquico en si mismo, mientras que Locke, Spinoza, y muchos teóricos de la revolución inglesa, como James Harrington, tuvieron como ideal un régimen político republicano, o por lo menos inspirado en principios republicanos.

 

Otros, como Leibniz y Locke, lucharon por combinar lo antiguo y lo nuevo en su filosofía moral; justificaron la autoridad de la iglesia y de la religión como fundamento del orden moral, mientras que Spinoza y Bayle, en particular, separaron la moral de la teología y no reconocían a la Iglesia ninguna autoridad para guiar a la sociedad. Ambos, es verdad, vivían en Holanda, donde la edición de libros era más libre que en ninguna otra parte, mucho más que en Gran Bretaña o Francia, las Provincias Unidas tendrán hasta 1720 un papel central en la eclosión de las Luces.

 

Se observa, pues, en esos pensadores, una diferencia fundamental entre una corriente moderada, cuyas ideas serán finalmente reconocidas por la mayoría de los gobiernos y de los hombres de Iglesia, y una corriente radical que será rechazada por los poderes establecidos casi hasta el siglo XX. Por eso, bajo las Luces, período en que florecen los manuscritos y las ediciones clandestinas, pensadores como Bayle, Fontenelle y Diderot, el editor de la Encyclopédie, se convertirán en expertos en el arte de avanzar enmascarados y de escribir de forma ambigua. Pero a finales del siglo XVIII, el foso abierto entre las Luces «respetables», que intentaban encontrar un equilibrio entre fe y razón, y las Luces «radicales» que reivindicaban que solo la razón dirige el mundo se transformó. A partir de entonces se trató solo de saber si se estaba a favor o en contra de los principios de la Revolución francesa.

 

 

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Jonathan ISRAEL (1946) se ha especializado en el estudio de las Luces radicales y de la herencia del spinozismo.

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