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GEORG WILHELM FRIEDRICH HEGEL (1770 –1831)

Peter SINGER

 

 

Enciclopedia Oxford de Filosofía – Fragmentos


[Sobre la diferencia entre el concepto de libertad en Hegel y en liberalismo]


El concepto de libertad es central en el pensamiento de Hegel, pero su sentido es tergiversado a menudo por el lector moderno, educado en una concepción de la libertad que se ha hecho popular a través de los escritos de pensadores liberales clásicos, tales como John Stuart MILL. Según la concepción liberal estándar, yo soy libre cuando estoy solo, no interfiero con nadie y puedo elegir como quiera. Éste es, por ejemplo, el sentido de “libertad” usado por los economistas que ven a los consumidores como individuos libres cuando no hay restricciones sobre los bienes y servicios que les apetezca comprar en un mercado libre.

Hegel considera que esta noción de libertad es absolutamente superficial, puesto que no penetra más allá de la superficie para preguntarse “por qué” los individuos eligen lo que eligen. Según Hegel, estas elecciones de los individuos están determinadas por fuerzas externas que, efectivamente, nos controlan. E incluso anticipa, más de un siglo antes, la moderna crítica que se dirige a la sociedad consumista de crear necesidades para luego poder satisfacerlas: la necesidad de un mayor confort, observa Hegel, no nace de nuestro interior, sino que «es sugerida en nosotros por los que esperan sacar beneficio de su creación».

Por debajo de tales intuiciones está la comprensión que tiene Hegel de la historia como un proceso que conforma nuestras elecciones e incluso nuestra verdadera naturaleza. Así, el hecho de poder adoptar nuestras propias elecciones sin interferencia a otros no es ser libre; es meramente estar sujetos a las fuerzas históricas de nuestro propio tiempo. La libertad real empieza cuando comprendemos que, en lugar de permitir que estas fuerzas nos controlen, podemos tomar el control de ellas. Pero ¿cómo conseguirlo? Mientras nos contemplemos a nosotros mismos como seres independientes con voluntades conflictivas, la existencia de otros seres humanos se nos aparecerá siempre como algo ajeno, que establece límites a nuestra propia libertad. Según la tradición liberal clásica, así es simplemente el mundo, y no hay nada que pueda hacerse para remediarlo. Para Hegel, sin embargo, el problema queda superado cuando reconocemos que todos los seres humanos comparten una común capacidad de razonar. Por tanto, si es posible construir una comunidad sobre una base racional, todo el mundo podrá aceptarla no como algo extraño, sino como expresión de nuestra propia voluntad racional. Nuestro deber y nuestro interés egoísta coincidirán entonces, pues nuestro deber tendrá un fundamento racional, y nuestro verdadero interés es desarrollar nuestra propia naturaleza como ser racional.


[Sobre Kant y Hegel]

En su creencia de que sólo somos libres cuando actuamos de acuerdo con nuestra razón, Hegel coincide con Kant; e igualmente coincide con él en su idea de que nuestro deber está basado en nuestra razón; pero Hegel critica la noción kantiana de moralidad basada en un imperativo categórico derivado de la razón pura; por ser demasiado abstracta, un desnudo marco formal que carece de todo contenido. Además, según la concepción de Kant, los seres humanos están condenados a un perpetuo conflicto entre deber e interés. Los hombres estarán por siempre sujetos a deseos que deben reprimir si han de actuar tal como el imperativo categórico les ordena. A los ojos de Hegel, una moralidad puramente racional necesita ser combinada de algún modo con las costumbres éticas que son parte de nuestra naturaleza como seres de un particular tiempo y lugar. Así Hegel busca una síntesis entre nuestra naturaleza ética concreta, formada en una comunidad específica, y los aspectos racionales de nuestro ser. Cuando esta síntesis fuera lograda, tendríamos una comunidad en la que cada uno de nosotros encontraría su propia realización mientras contribuyese a su vez al bienestar del conjunto. Seríamos libres, tanto en el sentido subjetivo, puesto que podríamos hacer lo que quisiéramos, como en el sentido objetivo puesto que determinaríamos racionalmente el curso de nuestra historia en lugar de ser determinados por ella. Esta organización sería entonces un verdadero estado racional que reconciliaría a la libertad individual con los valores de la comunidad.


[Sobre la dialéctica en la FENOMENOLOGIA DEL ESPÍRITU]

La obra más grande de Hegel es su FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU, descrita por Marx como «el verdadero lugar de nacimiento y el secreto de la filosofía de Hegel». En esta obra busca Hegel mostrar que todo el desarrollo del intelecto humano hasta el tiempo en que él escribe es la elaboración lógicamente necesaria del Espíritu en su proceso de conocerse a sí mismo. La lógica de este proceso no es, sin embargo, la lógica tradicional del silogismo, sino más bien la propia lógica dialéctica de Hegel. En lógica dialéctica partimos de una posición dada; a título de ejemplo, podríamos tomar la ética usual en la antigua Grecia. Luego advertimos que esta proposición lleva dentro de sí las semillas de su propia destrucción, en la forma de una contradicción interna. Las interrogaciones de un Sócrates conducen eventualmente, por ejemplo, al derrumbamiento de la ética usual y su reemplazo, durante la Reforma por una moralidad basada en la conciencia individual aislada. Pero esta posición es también unilateral e inestable y, por lo tanto, hemos de movernos a una tercera posición, la comunidad racional. Esta tercera posición combina los aspectos positivos de sus dos predecesoras.

Esta dialéctica es descrita, a veces, como un movimiento que va desde una TESIS a una ANTÍTESIS y a una SÍNTESIS. En el ejemplo ofrecido, la moralidad usual de la antigua Grecia es la tesis, la moralidad de la conciencia individual, propia de la Reforma, es su antítesis, y la comunidad racional es la síntesis de ambas. Esta última es, en la filosofía de la historia hegeliana, la síntesis final; pero, en otras instancias, la síntesis de un estadio de la dialéctica puede servir de tesis para un nuevo movimiento dialéctico.


[Sobre la dialéctica en la CIENCIA DE LA LÓGICA]

En la CIENCIA DE LA LÓGICA aplica Hegel el mismo método a las categorías abstractas con las que pensamos. Aquí parte Hegel de la mera noción de existencia, o ser, y argumenta que, puesto que esta desnuda noción de ser no tiene contenido en absoluto, no puede ser cosa alguna. Por tanto, tiene que ser nada, la antítesis de ser. Ser y nada, sin embargo, son opuestos, que constantemente se acercan y se apartan uno de otro; y los dos necesitan ser reunido bajo la síntesis del DEVENIR. A partir de aquí la dialéctica continúa moviéndose a lo largo de una muchedumbre de oscuros estadios, hasta que Hegel declara estar preparado para demostrar la necesidad del idealismo absoluto: el Espíritu que se conoce a sí mismo como la entera realidad.

 

 

 

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