VOCABULARIO (PROVISIONAL) CHANTAL MOUFFE

 

 

 

 

 

 

Toda pretensión de resumir en pocas líneas temas centrales en el pensamiento de un filósofo tiene un punto de anunciado fracaso. Más aún cuando éste está vivo y sigue produciendo. Más todavía cuando se pretende esquematizar las aportaciones de alguien que trabaja en temas de filosofía política, un ámbito en que el vocabulario no tiene necesariamente una pretensión de coherencia lógica, sino solo de consistencia. Este mínimo vocabulario solo pretende situar a grandes rasgos un pensamiento que todavía no ha dicho su última palabra – en este caso el del populismo de izquierdas que ha teorizado Chantal Mouffe.

 

Afectos: Emociones compartidas por un colectivo y que a través del trabajo político de hegemonía se convierten en la base política de una política populista de izquierdas. Según Mouffe: “La construcción de un ‘pueblo’ apto para crear una hegemonía diferente requiere promover una multitud de prácticas discursivo/afectivas que debiliten los afectos comunes que sostienen la hegemonía neoliberal y generen las condiciones necesarias para la radicalización de la democracia” (Por un populismo de izquierda, p.103).

 

Agonismo: Característica de “la” política. Es una lucha entre adversarios (es decir, entre gentes que pese a sus diferencias comparten algunos intereses y valores comunes) y no entre enemigos. Agonismo es, en palabras de Íñigo Errejón: “un antagonismo que ha sido institucionalizado” (Construir pueblo, p.55). Véase Antagonismo, “Amigo/Enemigo”, “Lo político” y “La política”.

 

Antagonismo: Característica de “lo” político. Solo existe lo político en la medida en que hay antagonismo, enfrentamiento sin reconciliación. El liberalismo niega el antagonismo y busca el consenso, pero al hacerlo niega la realidad que consiste (estructuralmente) en conflicto. El antagonismo siempre es colectivo. Véase Agonismo, “Lo político” y “La política”.

 

“Amigo/Enemigo”: Distinción teorizada por el filósofo nazi del derecho Carl Schmitt, para describir lo que Chantal Mouffe (en diálogo con Íñigo Errejón) llamaba “antagonismos que son inerradicables” (Construir pueblo, p. 46). En política existen dos campos colectivos dotados de proyectos sobre cómo organizar la sociedad (nosotros-amigos versus ellos-enemigos). Sin saber quién es el enemigo (sin construir un “ellos”) no se puede definir tampoco un nosotros. Véase Pasión, Pueblo.

 

Consenso: Bestia negra del populismo de izquierdas. Acuerdo entre diversos intereses mediante reglas que se hacen comunes a grupos con intereses diversos. Fue teorizado por Habermas y Rawls a quienes el populismo de izquierdas acusa de haber convertido la política en una tecnología y de haber ocultado (mal ocultado) los conflictos sociales, lo que ha tenido como consecuencia un aumento de la violencia social. Para Mouffe el conflicto es inherente a la naturaleza humana y el consenso solo es posible al precio de “actos de exclusión”. Como escribe: “Es preciso abandonar la idea de un consenso perfecto, de una armoniosa voluntad colectiva, y aceptar la preminencia de conflictos y antagonismos” (El retorno de lo político, p. 146).

 

Democracia: Mouffe distingue entre la libertad y la democracia y considera que son conceptos no esencialistas. La democracia es un orden político; la ve como algo más bien procedimental pero no por ello menos importante. En el marco en que se mueve el populismo (que no es revolucionario) lo que políticamente se pretende es ampliar la democracia o “acercarla al pueblo”. Para ella: “la democracia consiste en dar la posibilidad a los distintos puntos de vista para que se expresen, disientan”; pero en sí misma la democracia no hace que la gente se ponga de acuerdo, sino que, como mucho, da instrumentos al disenso y a la pasión política. De hecho, en la teoría populista “la tensión entre la igualdad y la libertad no puede reconciliarse” (La paradoja democrática, p.22). La incapacidad para comprender la democracia como antagonismo y la búsqueda constante de consensos compromete el futuro de la democracia porque crea exclusión, es decir, produce temas y grupos sociales ajenos al consenso.

 

Estado: Organización política básica y terreno de disputa entre las diversas hegemonías políticas. Se alimenta a la vez de instituciones y de luchas. La metáfora que lo describe no es la de una maquinaria sino la de un campo de fuerzas. En Gramsci el Estado es a la vez coerción y consenso y, retomando críticamente esta idea, para el populismo de izquierda se trata de pensarlo como un espacio discursivo y lugar de confrontación de proyectos políticos irreconciliables – más que como un orden institucional.  En la perspectiva de Mouffe: “Lo que se plantea no es la ‘desaparición gradual’ del Estado y las instituciones mediante las cuales se organiza el pluralismo, sino una transformación profunda de esas instituciones para ponerlas al servicio de un proceso de radicalización de la democracia” (Por un populismo de izquierda, p. 71).

 

Éxodo: “Estrategia del éxodo” es una propuesta defendida por Hardt y Negri que, en resumen, propone vaciar las instituciones democráticas a las que, de todas maneras, consideran condenadas a desaparecer porque la extensión de la tecnología las está volviendo ininteligibles e innecesarias en tiempos de “capitalismo cognitivo”. El populismo está del todo en contra de la estrategia del éxodo y propone la ocupación reformista del poder para reordenarlo (no para destruirlo, ni para cambiarlo de base) en nombre de “los de abajo”.

 

Hegemonía: Concepto elaborado por Gramsci para designar la capacidad de un grupo social (en su caso la clase obrera) para agrupar en torno a sí a una serie de elementos –básicamente intelectuales, gentes del ámbito de la religión, etc.– que se unen a las reivindicaciones obreras muchas veces por razones morales y que amplían el ámbito de la disputa política. Es una “práctica articulatoria” de intereses diversos, creadora de consensos. En otras palabras, la hegemonía pretende que cada vez más grupos e individuos compartan una misma visión del mundo. La hegemonía se manifiesta de una manera muy especial en el lenguaje, cuando logra que un vocabulario específico, que antes era propio solo de un grupo, se haga de uso común en toda una sociedad. Siempre es “contingente” y puede cambiar de bando. El populismo no cree en la existencia de clases sociales y prefiere usar conceptos como “pueblo” o “los de abajo” y centra su trabajo político en el logro de la hegemonía y el control del lenguaje político. Véase Relación de equivalencia.

 

“Lo político” y “La política”: es una distinción entre lo que estructura el fondo eterno e inmutable de la política (“lo” político, lo que es “óntico”, global y estructurante, en el vocabulario de Heidegger); es lo que constituye la sociedad y lo que puede ser objeto de transacción y de debate (en términos de Heidegger “la política” sería “ontológica”). “La” política, en cambio, se expresa en “… prácticas, discursos, en instituciones que tratan de establecer un cierto orden y organizar la coexistencia humana en condiciones que son siempre potencialmente conflictivas” (La paradoja democrática, p.114.) “La” política es búsqueda de hegemonía y pactos de poder… Identificar “la” política con la racionalidad es un error, que solo conduce a substituirla por lo jurídico y lo moral. “Lo” político, en cambio, consiste siempre y eternamente en el conflicto, el antagonismo que no se puede domesticar. En todo caso (contra cualquier hipótesis del consenso), “lo” político que es “polemos” (guerra) se impone siempre al final sobre “la” política consensual. Todo orden político se construye sobre la base de una exclusión y una amistad. Véase Antagonismo, “Amigo/Enemigo”.

 

Pasión: Movimiento colectivo que mueve al pueblo. Intensidad del choque. La pasión es una dimensión afectiva del conflicto colectivo que Mouffe considera constitutiva de la política. La movilización de las pasiones es uno de los motores de la política populista en la práctica. Crear nuevas formas de subjetividad (el género, el patriotismo, etc.) es una palanca absolutamente imprescindible para el triunfo de las ideas populistas. No se trata de poner juntas una serie de demandas distintas (en una especie de coalición arco iris), sino de crear “cadenas de equivalencias” que conduzcan a la construcción de nuevas hegemonías. A través de las pasiones se construye un “nosotros”, se crea una identidad común y se reformula la subjetividad. Véase Antagonismo, Hegemonía.

 

Partido: El populismo tiende a crear partidos que no se articulan tanto a través de la gestión de intereses como sobre las pasiones compartidas – y por eso mismo muchos partidos populistas son efímeros y vinculados al eventual carisma de un líder. La forma más habitual de organización política populista es el movimiento. Una política hegemónica no se construye no solo se articula solo en la cultura o en las mentalidades, sino que se necesita un partido para asegurar y consolidar la “lucha de posiciones” políticas, dándoles unidad y continuidad. Un partido populista deja de pensar la supuesta contradicción entre reforma y revolución para dirigir un “reformismo radical” constante – algo que recuerda mucho la idea trotsquista de revolución permanente, pero en el marco socialdemócrata.

 

Patriotismo: Defensa de la patria (del “nosotros” frente al “ellos”). Para el populismo el patriotismo es una defensa de lo concreto frente a lo abstracto y una fuerza movilizadora de primer orden.

 

Pospolítica – Posdemocracia: Lo que sucede en las democracias cuando el consenso ahoga la discrepancia y los técnicos ocupan el lugar de los políticos. Situación actual de la política en que la soberanía popular se reduce porque cada vez más ámbitos de decisión quedan fuera de ella y los (supuestos) grandes acuerdos generalmente entre elites marginan al pueblo. En la posdemocracia cada vez más democracia y totalitarismo convergen hasta fundirse (de ahí el grito típico de  protesta que se escuchaba en manifestaciones de Podemos: “le llaman democracia y no lo es”).

 

Pueblo – Población: Pueblo no es la población, no es un referente empírico sino una construcción política, que no necesariamente se identifica con la democracia (entendida en sentido de cálculo estadístico). Construir un pueblo es crear un “nosotros” y esa es para Laclau y Mouffe la tarea más importante de la democracia, “el acto político por excelencia”.

 

Relación de equivalencia: Proceso que debe hacer el partido populista de izquierdas para aglutinar y cohesionar fuerzas diversas con intereses no siempre coincidentes en un proceso de hegemonía. “… una relación de equivalencia no constituye una relación en la cual todas las diferencias colapsan en la identidad, sino una en la cual las diferencias se mantienen activas” (Por un populismo de izquierda, p.87).

 

Revolución: Mouffe no cree en la revolución sino en la democracia radical, que es una lucha que se realiza en el interior de la democracia pluralista para transformar las instituciones. Su propuesta es una radicalización de la socialdemocracia.

 

Sociedad: Es un orden simbólico discursivo. Mouffe niega el esencialismo social. No son las cosas ni los hechos los que tienen un sentido inherente, sino que dependen del sentido y el valor que se les atribuyan. El antagonismo es constitutivo de la sociedad, por eso mismo la política es la construcción de un orden; pasa por la construcción de un discurso social Ese discurso no solo consiste o tiene que ver con lo dicho o con lo escrito, sino con la “construcción de sentido”, es decir, de realidades extralingüísticas y afectivas. Lo simbólico es el lugar donde se constituye el sentido de la sociedad. Por lo tanto, lo social no está preconstituido, sino que es conflictivo, más o menos magmático y que se puede resignificar. Reconciliar antagonismo y pluralismo democrático es el problema político central del gobierno en la sociedad.

 

 

 

 

 

Materials per a un debat sobre populisme a l’Ateneu Barcelonès, març-abril 2019.

 

 

 

© Ramon Alcoberro Pericay