PEQUEÑO VOCABULARIO EAUBONNE DE URGENCIA

Ramon ALCOBERRO – Júlia TORRES

«Los valores de lo femenino, durante tiempo burlados, en tanto que se atribuyen al sexo inferior, siguen siendo las últimas posibilidades de supervivencia también del hombre. Pero habrá que actuar deprisa; todavía más que de una revolución tenemos necesidad de una mutación»

F. d’EAUBONNE: Le féminisme: histoire et actualité (1972), p.354.

 

BRUJA: Símbolo de la mujer a la vez sabia y libre, poderosa y capaz de controlar su propio cuerpo y, por lo tanto, reprimida por el sistema patriarcal.

CONEJISMO FALOCRÁTICO / DECRECIMIENTO DEMOGRÁFICO: La explotación de la mujer en el sistema falocrático la convierte en coneja reproductora, sin control sobre su propio cuerpo (por lo que Eaubonne luchó activamente a favor del aborto). Sobreexplotar a la mujer y llevar muchos hijos al mundo destruye la naturaleza, pero además invisibiliza y subordina a la mujer. Solo el decrecimiento demográfico puede devolver el equilibrio al planeta. Según escribió en Écologie et féminisme: «el combate por la supervivencia de la especie y el combate de las mujeres por su liberación es la cuestión demográfica». En la época del Informe Meadows sobre los límites del crecimiento (1972) la idea del peligro de la superpoblación fue muy debatida, pero D’Eaubonne negó siempre ser malthusiana porque no proponía reducir los nacimientos para salvar economía sino la vida, es decir, para recuperar el planeta.

CONTRAVIOLENCIA: En la década de 1970, en los llamados “años de plomo” cuando los ideales del Mayo 68 fueron combatidos violentamente, aparecieron grupos como las Brigadas Rojas (Italia), la Fracción del Ejército Rojo (Alemania) o Acción Directa (Francia). En ese contexto para d’Eaubonne «contraviolencia es el verdadero nombre de lo que se denomina terrorismo; parece muy indicada como forma de volver las armas del enemigo contra sí mismo»; de hecho, expresa la necesidad social de autodefensa o, si se prefiere decirlo así, consiste en la defensa ante la auténtica violencia que es la que ejerce el sistema falocrático.

DECRECIMIENTO: Necesidad de disminuir el consumo y la población para garantizar la supervivencia del planeta. Resulta imposible lograrlo sin una conciencia ecofeminista.

ECOFEMINISMO: Teoría según la cual existe una profunda analogía entre la Mujer y la Tierra. Ambas son fecundas, productoras de vida. Ambas son generosas. Ambas son explotadas por el sistema falocrático y depredador. Ambas son despreciadas y menospreciadas. Pero sin Mujer y sin Tierra la vida no resulta posible, por lo cual ambas han de estar a la vez en la base de cualquier programa social transformador. Opresión patriarcal y destrucción de la Tierra van del brazo. Por eso, sin la liberación simultánea de la Mujer y de la Tierra el planeta no tiene futuro. El concepto fue elaborado básicamente en El feminismo o la muerte (1974) donde defiende que: «El feminismo es la humanidad entera en crisis y es la muda de la especie». Para d’Eaubonne «los valores de lo femenino, durante tanto tiempo pisoteados, en la medida en que eran atribuidos a un sexo inferior, constituyen las últimas posibilidades de supervivencia del hombre en sí mismo» (Lé féminisme, 1972, pp. 354). Sin embargo el ecofeminismo influyo poco en Francia y se desarrolló, en cambio, en Estados Unidos con Susan Griffin, Woman and Nature (1978), Carolyn Merchant, The Death of Nature (1980) y especialmente con Maria Mies y Vandana Shiva, Ecofeminism (1993).

ECOLOGÍA: La dominación masculina del mundo y la superpoblación producen un desorden mundial y a la vez un caos ecológico. «En la base del problema ecológico se encuentran estructuras de un cierto poder. Como la superpoblación, es un problema de hombres, no sólo porque son hombres quienes detentan el poder mundial y desde hace ya un siglo podrían haber aplicado la anticoncepción radical, sino porque, en el nivel inferior, el poder está repartido de manera que es ejercido por los hombres sobre las mujeres. Tanto en el ámbito de la ecología como en el de la sobrepoblación, vemos enfrentadas las contradicciones del capitalismo, aunque estos problemas desborden ampliamente el marco del capitalismo y los conozca también el campo socialista, por la simple razón de que, tanto en uno como en el otro, reina aún el sexismo. (…)». Le Féminisme ou la mort (1974).

FALOCRACIA: gobierno simbólico del macho, poder sobre la mujer que es tratada colectivamente como clase explotada. Supremacismo masculino. Transformación de un proceso biológico en poder simbólico. Se origina en el neolítico, con la agricultura y la apropiación de las tierras y de las mujeres y se consolida con la filiación, es decir, con la atribución de los hijos a los padres y la represión del deseo sexual de las mujeres. La falocracia es a la vez una estructura política y una estructura emocional, es decir, una expresión del imaginario colectivo. El concepto remite al vocabulario de Freud y de W. Reich, pero arraiga en Jacques-Antoine Dulaure (1755-1835) que escribió en el siglo XIX sobre el culto al falo como religión prehistórica, aunque en el siglo XX Marija Gimbutas (1921–1994) supuso que las primeras divinidades eran femeninas. Así la falocracia sería un orden simbólico donde el principio sexual estaría en la base de una explotación social y política.

FAMILIA: Como sucede con todas las feministas del 68 y con el existencialismo, la familia es para Françoise d’Eaubonne el núcleo de la explotación de la mujer de ahí la necesidad de suprimirla. En la conclusión de Ecología y feminismo (1978) escribió que la célula familiar: «Sin duda no constituyendo más que un espacio privilegiado de la explotación femenina y de la manipulación de la infancia, el capital, incluso antes de su debilitamiento vinculado a la crisis ecológica, había ya considerado prescindir de ella (…) La exigencia de esa abolición es el objetivo inmediato de la lucha de las mujeres tras de la obtención de la contracepción y el aborto». Observar que al capitalismo la familia no le ha interesado nunca demasiado es muy significativo por su parte.

SEXOCIDIO: Asesinato por razón de sexo que forma parte de los instrumentos represivos del sistema falocrático. Destino de las brujas, pero en general de las mujeres libres. «Sexocido es la palabra apropiada porque se trata, so pretexto de brujería, de una misoginia que se abate sobre todo un sexo al que se le ha asignado la responsabilidad del pecado original».

 

 

 

 

 

© Ramon Alcoberro Pericay