YO SIGO.... (SOBRE LA REALIDAD Y LA FICCIÓN)

(…)

Sobre la historia

Sin embargo, no quiero ocultar la trampa. Toda historia es un invento. En primer lugar, por la carga ideológica que lleva: “según piensas, ves las cosas”. En segundo lugar, porque según cortes la historia, aparecerá relatada de una u otra manera (Levi-Strauss). Si yo me hubiera fijado solo en el lado económico de la historia (época esclavista, feudalista, precapitalista, capitalista, neocapitalista, etc.) la hubiera “cortado” de otra manera, no me hubiera fijado en el aspecto de la aparición del concepto de dualidad.

Intencionadamente he dividido la historia en Época de la Gran Madre-Tierra y Época del Dios Padre, para poner el acento en lo que me interesaba.

Sobre las ficciones

Es evidente que todo pensamiento es ficción o fabulación. Estas ficciones aparecen en diversas formas, por ejemplo:

  • Las clasificaciones que siempre son irreales, arbitrarias (animales, plantas, hombres, etc.),
  • las ficciones reductivas, que reducen algo a un solo aspecto (“hombre económico”, “el artista”, etc….).
  • ficciones sociales (como el “burgués” de Bebel, el “preso político”, la 2mujer”, etc….).
  • ficciones éticas…. , y tantas otras que hay.

Las ficciones no son verdad, pero pueden ser fecundas para la creación de ideas, abrir un espacio para que se pueda hablar de un tema nuevo, de un tema nunca hablado.

Las ficciones son peligrosas cuando se convierten en hipótesis que se tienen que demostrar; y, muy peligrosas, cuando se convierten en dogmas.

La ficción, el cuento, tiene su validez, no en su propia verdad, sino en lo que genera; en las ideas que se pueden crear a partir de ella. Tenemos, sin embargo, miedo a pensar sin poder convencer a los demás por medio de la verificación. Ya decía Freud, que trae más desgaste psicológico hablar de algo sin poderlo demostrar, que demostrar algo. Y es entonces, cuando caemos en la tentación de la hipótesis demostrada o el dogma. Llegamos a decir: “lo que es verdad es demostrable, y lo otro, mentira”.

 

Sobre el mito de la unidad del conocimiento y el bien común.

Y no solo esto, sino que también caemos en lo que yo llamaría el “mito de la unidad del conocimiento”, que dice: “hay unas verdades en la realidad que son innegables, evidentes. Por tanto, no puede haber diversidad de ideas, sino solo unas verdades fundamentadas por la realidad, y lo demás son errores”.

A partir de ahí nos montamos la historia del “bien común”, que no es el resultado de la suma de las voluntades particulares, sino que es el resultado de que los individuos dejen parte de su libertad, la saquen fuera de ellos, y, entonces, se encuentren con algo fuera, por encima de ellos, llamado la “voluntad general” (Rousseau, “Contrato Social”).

 … en el “feminismo”…

Bien: ¿qué hemos hecho del feminismo? … Pues eso, una ficción con categoría de dogma, que se supone una verdad única con referencia en la realidad (“demostrable”) y un “bien común” para todas las mujeres, fuera y por encima de ellas.

Cuando hablamos, decimos: “las mujeres, para l as mujeres…etc.” ¿De quién estamos hablando?

… Siempre hablamos de unas supuestas otras.

 

Recogiendo la experiencia de diversos grupos de debate del Primer Encuentro de Feministas Independientes de Barcelona (Otoño, 1980), resulta que se quejaban de estar excluidas del feminismo: las heterosexuales, las madres, las bisexuales, las lesbianas, las prostitutas, etc.… ¿Pues de quién es el feminismo? …

Cuando yo hablé de la “diferencia” en Granada, presentaba una ficción a partir de la cual podíamos hacer de otra manera que no como hacía la política “oficial-tradicional”. No hablaba de verdades, ni de mandamientos y, sin embargo, la mayoría de las que me criticasteis como las que os adheristeis, convertisteis la ficción de la diferencia en una hipótesis a demostrar en la realidad y, de allí, en un dogma, con lo cual le cortasteis toda posibilidad de desarrollo creador y la convertisteis en algo, hoy ya, estéril.

La ficción de la “diferencia” o de la igualdad, en este momento, no me sirven, porque se han convertido en dogmas muertos, dentro del feminismo reivindicativo. No así en otros terrenos.

Lo que yo quisiera, es que aprovechásemos cualquier ocasión para hablar, desde nosotras mismas, de nuestras ficciones, ficciones que pueden abrirnos creación a unas/a otras no, según la vivencia y el momento de cada una. Yo cogeré las que me ofrezcan un espacio para crear y dejaré de lado las que no me sirvan más que para repetir una y mil veces lo ya dicho.

Hablar de “objetivos del movimiento y formas de lucha”, en general, es crear un monstruo irreal único por encima de nuestras cabezas. Cada una de nosotras tiene sus objetivos y formas, y es a partir de ellas, que podemos confluir y/o todas juntas y/o en grupos, y/o quedarnos en soledad.

Hablémonos, digámonos, veámonos, toquémonos, las que aquí y ahora estamos. No nos arroguemos la representación de las que no están. Lo demás es convertir nuestros sentimientos e ideas en un fantasma, lleno de códigos, dogmas, moral y slogans. Decidámonos hoy, ya, –como decía Nietzsche – a tirar del velo que oculta todas las cosas.

 

  Gretel AMMANN: Escritos. Xarxa Feminista 2000. Associació de Dones per a la Celebració dels 20 anys de les Primeres Jornades Catalanes de la Dona. Barcelona.

Tallers Gràfics Canigó, 2000, p. 37-40.

 

 

 

 

 

© Ramon Alcoberro Pericay